JORNADA IX OLIMPIADA FILOSÓFICA

Ya son nueve años creciendo, organizando y llevando a efecto un acto destinado a los más jóvenes, a satisfacer su inquietud y su capacidad -esa capacidad fresca y potente que en pocos ámbitos se les permite desarrollar- de cuestionarse la realidad y reflexionar sobre el modo de darle más sentido o de hacerla mejor.

El tema de este año -lo real y lo aparente en nuestro tiempo- se nos presenta desde su enraizamiento en la tradición cultural, como tema clásico, pero con nuevos rostros y nuevas posibilidades de proyección. Las redes sociales cobran aquí un gran protagonismo, pero también el tema más amplio de la tecnología, los relativismos de la posverdad.

Comienza el acto con la conferencia de José Luis Pardo, abriendo esa dimensión de profundidad para el escenario en el que vamos a seguir creando versiones, perspectivas, nuevos ángulos de reflexión con el debate y los trabajos de los estudiantes.

El debate estuvo muy bien armonizado en las dos posturas contrapuestas presentadas por los colegios Altair y La Salle Maravillas. La democracia, el cambio climático, el compromiso social fueron algunos de los temas de máxima actualidad que trataron para debatir si la sociedad busca o no una verdad tras los desmanes de la corrupción, las apariencias de las redes, el sufrimiento de ciertos sectores de la población… O si en el fondo sólo nos sustentamos de apariencia, aceptamos creencias según su utilidad, embebemos nuestro supuesto ser “real” en la apariencia de esa imagen que construimos para los demás. De Popper a Husserl, pasando por Ortega y Gasset; del Watergate a los políticos de nuestro tiempo, disfrutamos de una riqueza de planteamientos que dieron pie a numerosas, sugerentes y hasta apasionadas intervenciones en el público. 

Y como plato final, la entrega de premios a los ganadores y finalistas, con la lectura de la disertación y dilema ganadores y la proyección del montaje de fotografías y vídeos filosóficos.

Se ha conseguido volver a crear un espacio que pretende ser ese foro común a que debemos aspirar que sea nuestra sociedad; donde los temas que nos inquietan se exploran desde sus raíces, donde las inquietudes que se expresan son las que realmente sentimos y, sobre todo, sienten e interpretan los más jóvenes. Donde nos comunicamos, en el sentido mayúsculo de la palabra: desde el lenguaje escrito, oral, visual y dinámico; desde la sugerencia metafórica de la imagen al análisis racional de los temas escritos.

Sólo nos queda seguir queriendo hacer crecer y desarrollar ese potencial, fresco y potente, del pensamiento crítico que nos define como humanos.

Esther García Tejedor