Introducción. Dilemas y problemas

Uno de los rasgos fundamentales de la conducta moral es que está guiada por unos valores morales: decir la verdad, por ejemplo, es un valor moral y nuestro comportamiento será moral siempre que digamos la verdad; cuando actuamos en contra de esos valores, por ejemplo, cuando mentimos, nuestro comportamiento es inmoral. Cuando no prestamos atención a esos valores morales, nuestra conducta es amoral. Dicho de otra manera, la conducta moral significa que nos sentimos obligados a cumplir con nuestro deber en una determinada situación. Si bien es un concepto complejo, es una conducta regida por lo que se entiende habitualmente como conciencia moral. Tanto la conciencia como la conducta moral son, un rasgo distintivo de los seres humanos.

Por otra parte, un segundo rasgo fundamental es que, aun estando claros los principios, no está del todo claro cómo deben aplicarse en una situación específica, con frecuencia bastante compleja. Por ejemplo, prácticamente todas las culturas condenan la muerte de otro ser humano, pero también en todas se distingue entre asesinato y homicidio, abriendo la posibilidad de que en algunas circunstancias sea moralmente aceptable matar, aunque solo sea porque parece sensato elegir el mal menor. Ser capaces de analizar adecuadamente las circunstancias específicas, distinguir los factores que son más relevantes, saber elegir los medios adecuados…, son competencias complejas que configuran la capacidad de tomar decisiones moralmente adecuadas. Y no solo tomar esas decisiones, sino también el llevarlas a la práctica.

Precisamente esa complejidad es la que destaca la importancia de mejorar nuestra capacidad de percibir la dimensión moral de los problemas, juzgarlos adecuadamente y diseñar la actuación más correcta moralmente. Con frecuencia las situaciones problemáticas a las que hacemos frente son complicadas y son varios los valores que están en juego, resultando difícil respetarlos todos o seguirlos completamente.  Esto es lo que se llama habitualmente un dilema moral: una situación en la que estamos ante una alternativa que nos hace dudar y no tener demasiado claro lo que debemos hacer. El dilema moral puede ser dramático, pues es una situación en las que nos vemos obligados a elegir entre dos alternativas que se perciben como contradictorias y ninguna de ellas es claramente buena o mala. El interés didáctico que poseen esas situaciones es percibir el conflicto de valores, incrementando nuestra capacidad de percibir estos valores y darnos cuenta de que existe una cierta ordenación jerárquica que hace que algunos de ellos tengan prioridad.

Ahora bien, los dilemas pueden ser dramáticos, como ya hemos visto, y en muchas ocasiones es incorrecto percibir una situación como dilemática. Más bien es simplemente un problema moral, ante el que son posibles diversas soluciones, no solo dos contradictorias entre sí, lo que permite ofrecer propuestas más matizadas, en las que las consecuencias negativas indirectas o colaterales sean mucho menores, si no es que desaparecen totalmente. Esta es la razón por la que en un ejercicio sobre dilemas morales se pida al alumnado que proponga otras soluciones que puedan ser moralmente aceptables. Como solución final, entonces, se puede pedir que opten por una de las dos que han sido presentadas como dilemas, o que se decante por una de las que ellos perciben como más adecuada.