Carmen Castro García
Para esta VIII edición de la Olimpiada con su tema: ¿Revolución utópica o utopía revolucionaria? elegimos como la conferenciante más idónea a Carmen Castro García, doctora en economía y activista por un mundo mejor como ella misma se define. Tituló su conferencia: Del derecho a soñar. Lo personal es político. Ante el auditorio expectante que se preparaba para escucharla nos dijo que quería colaborar con los cuerpos pensantes que la miraban y con tanta inteligencia colectiva. Comenzó afirmando que así como lo personal es político, lo político es económico y que hacía falta analizar el contexto moral. Continuó hilvanando una serie de reflexiones seguidas con muchísimo interés y que resumo a continuación.
Es necesario hablar de lo invisible, de lo humano, apelando a la capacidad de empatía y simpatía social traspasando las vivencias individuales. Esto es complejo porque se tiene miedo al rechazo y al abandono social, debemos ponernos en el lugar de las personas que huyen y se encuentran en un campo de refugiados: un no lugar y no el mundo mejor que esperaban.
Este debe ser nuestro punto de arranque: ponernos en lugar de las demás personas. Marcela Lagarde afirma que el derecho más profundo de las mujeres es el de sentirse arropada por los derechos humanos. La Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing 1995) reivindicó los derechos de la mujer como derechos humanos y se comprometió a llevar a cabo acciones específicas para asegurar el respeto de estos derechos. Esto da sentido a la revolución feminista: los derechos de las mujeres no deben ser sólo una declaración formal sino una realidad efectiva. Hace falta un proyecto ético para la formación social sin mecanismos de violencia y de opresión, hace falta incorporar siempre una perspectiva feminista
Otro eje fundamental es la idea de equivalencia humana: todas las vidas humanas tienen el mismo valor, el sistema vigente establece lo contrario. Debemos defender una justicia redistributiva desde la equidad y teniendo en cuenta las condiciones materiales. El tiempo es otro factor de desigualdad de género, desde otra mirada feminista debemos subvertir el orden establecido.
Las mujeres en el mundo nutren las bolsas de pobreza mundial. La justicia ha de ser feminista y ecológica. Cómo mejorar la redistribución ecológica debe ser una preocupación fundamental.
Para incorporar la mirada feminista hay que establecer tres ejes de reflexión:
El primero: la exigencia de una vida sin violencias, ni explícitas ni simbólicas. Por ejemplo, el miedo a la ridiculización del diferente o la percepción que el cuerpo de las mujeres está al servicio de otras personas. Que la resistencia a la norma no tenga penalización, poder vivir libre de violencias machistas, libre de violencia por elección de género. La asimetría sistemática de la mujer genera impunidad y puede conducir en determinadas situaciones al feminicidio, por ejemplo, en Ciudad Juárez, concepto elaborado por Marcela Lagarde.
Segundo: la importancia del cuidado, todas las personas lo necesitan. El trabajo de las mujeres en el ámbito doméstico queda invisibilizado, no se articula de manera explícita. La mano invisible no existe, el mismo Adam Smith en una cita apócrifa reconoció que la mano invisible era la de su madre. Las personas no son champiñones, requieren cuidados, se espera que sean las mujeres de manera invisible quienes lo realicen. Es el rol del género femenino, y ante esto hace falta la resistencia. Lo llaman democracia y no lo es, un lema del 15M que nos conduce a la pregunta: ¿cómo vamos a trastocar nuestro modelo de sociedad sin democratizar los entornos de convivencia familiares? El lema de la revolución feminista “lo personal es político” debe ser efectivo.
Ante la revolución feminista que se ha iniciado es pertinente la pregunta: ¿cómo es posible una revolución no violenta? La revolución feminista es un ejemplo de ello, la revolución feminista no ha generado víctimas salvo ellas mismas. Toda revolución requiere un cambio político, el movimiento se va gestando desde la base abriendo fisuras en el sistema capitalista y patriarcal. Ante el miedo, hay que movilizar a través de la educación con la implicación de todos, superando el yoísmo. La educación es el tercer eje fundamental. Ejemplos recientes son la movilización del 8 de marzo y la movilización de personas en situación de precariedad: jubilados. Hay que fomentar el trabajo crítico.
La crítica feminista a la idea de autorregulación del sistema, del mercado, señala que sólo se ha reconocido un tipo de trabajo. En una economía monetarizada no se ha contabilizado la parte del trabajo de cuidado. ¿Quién le hacía la cena a Adam Smith? Es la pregunta crucial para desenmascarar al sistema.
Acerca de las polémicas dentro del movimiento feminista: que si feminismo liberal, feminismo radical, éste último con su actual presencia hegemónica. Hasta hace poco: feminismo de la igualdad, feminismo de la diferencia. Del feminismo radical destaca su característica fundamental como señaló Kate Millet: ir a la raíz de los problemas, de los conflictos, de las injusticias. Como conclusión: no se deben criminalizar a los feminismos. Nuestra crítica debe dirigirse a las políticas neoliberales señalando la necesidad de modificar las causas estructurales.
Elisa Favaro